sábado, 22 de marzo de 2014

CHARLES BAUDELAIRD

CHARLES BAUDELAIRE. OBRA Y ESTILO. LAS FLORES DEL MAL
Charles Baudelaire pronto comienza a llevar una vida despreocupada; los altercados con la familia son constantes debido a su adicción a las drogas y al ambiente bohemio. Frecuenta prostíbulos y mantiene relaciones con Sarah, una prostituta judía del Barrio Latino. Charles la denomina La Louchette (la bizca). Además de torcer la vista, era calva. Probablemente fue ella quien le contagió la sífilis. Dentro de su obra capital, Las flores del mal, Baudelaire se refiere a Sarah en un poema, probablemente escrito en el momento en que dejó de verla asiduamente, reanudando sus relaciones con su otra amante, Jeanne Duval.
‘Una noche en que estaba con una horrible Judía, como un cadáver tendido junto a otro, pensaba, al lado de aquel cuerpo vendido, en esta triste belleza de la cual mi deseo se priva.’
Charles Baudelaire
La conducta de Baudelaire, que rechaza entrar en la carrera diplomática, horroriza a su familia. Empezó a frecuentar los círculos literarios y artísticos y escandalizó a todo París por sus relaciones con la joven Jeanne Duval, la hermosa mulata que le inspiraría algunas de sus más brillantes y controvertidas poesías. Fue asimismo pionero en el campo de la crítica musical, donde destaca sobre todo la opinión favorable que le mereció la obra de Richard Wagner, que consideraba como la síntesis de un arte nuevo. La publicación de Las flores del mal, en 1857, acabó de desatar la violenta polémica gestada en torno a su persona. Los poemas (las flores) fueron considerados «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres» y su autor fue procesado.
Sin embargo, ni la orden de suprimir seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le fue impuesta impidieron la reedición de la obra, en 1861. En esta nueva versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos. La sífilis que padecía le causó un primer conato de parálisis en (1865), y los síntomas de afasia y hemiplejía, que arrastraría hasta su muerte, aparecieron con violencia en marzo de 1866, cuando sufrió un ataque en la iglesia de Saint Loup de Namur. Trasladado urgentemente por su madre a una clínica de París, permaneció sin habla, pero lúcido, hasta su fallecimiento, en agosto del año siguiente.
Tras su muerte, Charles Baudelaire sería considerado el padre, o gran profeta, de la poesía moderna.
Las Flores del Mal (1957) es una colección de poemas que se consideran como la obra máxima de Baudelaire. El libro debió llamarse en principio Los limbos o Las lesbianas, porque la intención era la de escribir un libro sobre los pecados capitales; aunque finalmente Baudelaire renunció a esta idea siguiendo los consejos de un amigo. En su primera edición tuvo problemas con la censura francesa y tuvo que eliminar (por obscenos) algunos de sus poemas, ya que eran de contenido lésbico.
En este libro Baudelaire se centra en la descripción del mal, en la apología de lo satánico y en el tratamiento del hombre como ser miserable y perverso y poseedor del cuerpo como instrumento para todo tipo de vicios. Es una obra oscuramente romántica por su contenido, en la que los poemas se disponen de forma muy estructurada. En esta obra Baudelaire expone la teoría de las correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser
maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. El poeta se entrega al vicio (a la prostitución y la droga), pero sólo consigue el Tedio (spleen, como se decía en la época), al mismo tiempo que anhela la belleza y nuevos espacios (“El viaje”). Esta obra es la “conciencia del mal”. Nace así el malditismo, la búsqueda de la autodestrucción, la inmolación del artista como víctima.
Durante toda su vida Baudelaire siguió aumentando Les fleurs du mal cuya tercera y definitiva edición apareció en diciembre de 1868 —algo más de un año tras la muerte de su autor. Poemas como Lesbos, Los gatos, La cabellera o Don Juan en los Infiernos —entre tantísimos— cantan la arrogancia dandi del maldito, su hipersensibilidad, su distinguido amor por lo raro, su espiritual sed de lujuria, su ansia de derrocar tabúes para llegar a un mundo perfecto, sensual y lujoso, sin clero y sin policía.
Toda su obra se construye como un itinerario moral, espiritual y físico. Baudelaire divide el libro en siete partes, introducidas por el famoso poema Al lector: Esplín e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La Muerte. Esta es su obsesión para que que no consideraran su libro como una mera recopilación de poemas, si no como un «libro» con principio y fin, en el que todos los poemas se subordinaban.
En «Al lector», que sirve de prólogo a Las flores del mal, Baudelaire, tras representar el deprimente estado de la humanidad, termina con un verso célebre: «¡Hipócrita lector –mi prójimo–, mi hermano!». El poeta se dirige así al futuro lector, involucrándole en la propia miseria y los vicios que reconoce para él mismo.
La luz es un puente entre la materia y el espíritu. Baudelaire utiliza masivamente este simbolismo cada vez que habla de Madame Sabatier. La alianza de frío y oscuridad evoca la condición casi infernal del alma torturada por el spleen. Sin embargo, la luz, a menudo, se presenta en su dureza porque espanta el sueño y la sensualidad; los dos aspectos contradictorios de la luz solar pueden coexistir en el interior de un mismo poema.
Así pues, Baudelaire es capaz de extraer todas las riquezas posibles de un símbolo; es experto en el arte de cambiar un símbolo, de mostrar sus dos caras, permitiendo al lector percibir la
ambigüedad de la realidad.

La primera parte del libro abarca los 85 primeros poemas; presenta diversas formas de salvación, liberación y huida del mundo: la belleza, el arte, la poesía, la muerte y más adelante el amor y el erotismo, donde se recogen poemas dedicados a sucesivas amantes a lo largo del tiempo. Tras haber comprobado el fracaso de estas formas de ideal, nos encontramos con el Spleen (vocablo adoptado por la anglomanía de la época), o el hastío, el tedio ante el tiempo y su repetición.
Desde el poema 86 Paisaje (Paysage) hasta el 103 Crepúsculo Matutino (Le crépuscule du matin: no constituía un capítulo separado, sino que era un segundo intento de huida perteneciente a Spleen e Ideal, pero a través de la ciudad de París, donde se plantea y reivindica la detestable ciudad de París -el Spleen de París-. El 20 de agosto de 1857 es acusado de ultraje a la moral pública, por lo que se ve obligado a quitar seis de sus poemas. Hemos de tener en cuenta que Baudelaire, a raíz de esta condena, se decide a cultivar otro género literario que él califica «más peligroso todavía que el poema en verso», el poema en prosa, del que nacerán Los pequeños poemas en prosa, o Spleen de París.
Baudelaire admiraba la obra y el estilo de su contemporáneo Allan Poe, ambos fueron considerados “escándalosos”, la obra de Baudelaire resultaría más oscura que la de Poe, ambos se dieron a la bebida, eran en su estilo, grandes autores con vidas complicadas. De Poe tomo el gusto por lo decadente, la noción de fatalidad, la irreversibilidad del destino. Este perfil del poeta nos muestra a un ser en constante dinamismo que busca la unidad cósmica en momentos divinos consagrados a la creación de su estética. Una estética de lo marginado por lo clásico, o sea una crítica a la concepción de la belleza como reflejo de lo bueno, lo equilibrado, lo puro; deviene en una incursión de lo feo, lo grotesco, lo sublime como categorías estéticas de igual validez que tienen la cualidad de evocar belleza. En este sentido se puede hacer la conexión con Edgar Poe cuando se quiere destacar el efecto producido en el lector por el poema o cuento, es un instante de horror o de gracia que despierta lo bello en cada uno de nosotros y permite la reflexión interior propia del objeto estético. Valga nombrar la expresión del arte por el arte, de los parnasianos, para representar el fin del goce estético producido por la contemplación artística, una especie de catarsis, un hecho lejos de cualquier valor económico, religioso, burgués o retórico.
Baudelaire asistió a la Universidad, a la escuela de Derecho, ahí se va relajando de “buenas costumbres” para hacer amistades bohemias y empieza a ser asiduo a los prostíbulos del entonces ya famoso Barrio Latino. Con aquella promiscuidad con la que se ligó a mujeres de toda clase, especialmente prostitutas, contrajo sífilis, que sufrió hasta el final de su vida.
Tuvo relaciones con Jean Duval, una mulata escándalosa y promiscua, que no le ama y que le engañará con cuanto hombre encuentre, aún con los mismos amigos de Baudelaire, ¿y él? Enamorado no la olvidará nunca, aunque por temporadas la abandone, la odie o la desprecie y las más de veces, la lleve a sus poemas, colocándola en su obra cumbre “Las flores del mal”, convirtiéndola en una de esas musas inolvidables de la literatura.
Según la vida de Baudelaire, sabemos que idealizó al límite a esta mujer. Madame Sabatier, comparada con un ángel, es espiritualizada por el amor místico que le tiene el poeta. Contrariamente al cuerpo de Jeanne Duval o de otras mujeres que Baudelaire amó, el cuerpo de Madame Sabatier excita menos una sensualidad pasional que una adoración estética. Comparando la importancia que el poeta atribuía al olor del cuerpo de Jeanne Duval, vemos que el de esta mujer tiene igualmente un «olor», pero en un sentido muy distinto. «El perfume de los ángeles» es una imagen poética que sugiere la inspiración en Baudelaire de un deseo sublime, donde la emoción puramente estética ocupa un lugar importante.
Pero aquella no era una vida agradable, escribía y se convertía en una autoridad como crítico de arte a la par que era repudiado por relacionarse con una prostituta y para el colmo de la sociedad intransigente de la época, mulata. Baudelaire nunca mostró preocupación por la opinión ajena, de lo que da cuenta su vida entera, entregada a lo que sus instintos le pidieran, y dedicado a una poesía que no tenía comparación alguna con la conocida hasta entonces y supondría con el devenir del tiempo, una forma poética nunca igualada.
“Las flores del Mal” se publicó en 1858, a las controversias que la misma sucedió solo se podía igualar, el rechazo que la sociedad burguesa parisina sentía por el autor, cuando aquella que calificaron “inmoral” y “decadente” llegó al público, todo mundo se hizo de un ejemplar, para luego condenarlo o admirarlo. Baudelaire trasladó a sus poemas el romanticismo que criticaba pero de una forma nueva, triste, oscura, es la poesía de alguien cansado de su mismo libertinaje, que añora el candor y la inocencia, pero que ha probado demasiada lujuria y drogas como para sentirse completo o feliz. Pensadas esas flores, como un recuento de los pecados capitales, resultaron en 151 poemas, que consumieron mucho de tiempo y energía del autor,
ya en sus momentos de lucidez y calma, cuando se sentía inclinado a la culpabilidad por los excesos de su vida, y cuando en otros momentos se sumergía en el obscuro camino de las drogas.
La búsqueda de la Inmensidad, es, podría decirse, una categoría filosófica del poeta. Vasto es una de las palabras más baudelaireanas, la palabra que, para el poeta, señala más naturalmente la infinitud del espacio íntimo. Baudelaire, que siente tanta repugnancia hacia las palabras dictadas por la costumbre, que, particularmente, piensa con cuidado sus adjetivos evitando el tomarlos como una secuela del sustantivo, no vigila el uso de la palabra vasto. Esa palabra se le impone cuando la grandeza toca una cosa, un pensamiento, un ensueño. La palabra vasto reúne a los contrarios. La "vasta unidad", siempre dispuesta a unir las riquezas desordenadas. El espíritu filosófico discute sin cesar sobre las relaciones de lo uno y de lo múltiple. La meditación baudelaireana, verdadero tipo de meditación poética, encuentra una unidad profunda y tenebrosa en el poder mismo de la síntesis por la cual las diversas impresiones de los sentidos serán puestas en correspondencia. (...) Para Baudelaire, el destino poético del hombre es ser el espejo de la inmensidad, o más exactamente todavía: la inmensidad viene a tomar conciencia de ella misma en el hombre. Para Baudelaire el hombre es un ser vasto.
Con Baudelaire, la lírica francesa pasa a interesar a toda Europa. En la propia Francia se vio muy pronto que de Baudelaire partían unas corrientes de índole distinta de las derivadas de los románticos. Estas corrientes alcanzaron a Rimbaud, a Verlaine y a Mallarmé. Este último reconoció que había empezado allí donde Baudelaire tuvo que detenerse. Valéry, ya en los últimos años de su vida, establecía una línea de conexión directa desde Baudelaire hasta él; y el inglés T. S. Eliot dice de Baudelaire que es "el mejor ejemplo de poesía moderna en cualquier idioma”; lo que caracteriza al artista moderno es la facultad de ver en el desierto de la gran ciudad no sólo la decadencia del hombre, sino también una belleza misteriosa y hasta entonces no descubierta.
Existen flores nocivas para el hombre. La flor nace de una semilla, sea flor buena o mala. La vida de Baudelaire fue un semillero de ingratitud, sufrimiento, explotación, incomprensión por parte de sus contemporáneos.

Baudelaire fue un pintor colocando matices al sentimiento, a los sonidos, arrebatos del espíritu y de los sentidos. Desde sus primeros versos el poeta deja entrever su fijación permanente por la muerte, el hacer el mal sin arrepentimiento, el triunfo del mal en su acción de doblegar a la voluntad humana. La principal obsesión de Baudelaire se convierte en el leit-motiv de este poemario, es la brevedad del tiempo y el avance del hombre hacia la muerte. En " Las flores del mal", los poemas constituyen reflexiones sobre la libertad separadas en seis grupos "Spleen e ideal" es el primero y explica que el tedio no será vencido por el arte. El poeta se evade con su imaginación sin límites como el ave volando en el cielo infinito.
"Cuadros parisienses", es la segunda sección. Baaudelaire con este grupo de poemas busca eliminar el tedio con trabajo y soledad. La tercera sección "El vino" . La contradicción en la mente de Baudelaire sale a relucir cuando asocia al vino con sentimientos de angustia. La embriaguez con vino es una flor malsana por la intoxicación que produce. El vino es disfrutado por los mendigos y burguesas; por los aristócratas y miserables. Trasmite esperanza y tristeza; júbilo y arrepentimiento. Trece poesías están contenidas en la cuarta sección "Las flores del mal". Describe a la fatal belleza, el binomio amor-muerte está en todo. "Rebelión", quinta sección es un juego retórico entre malditos y benditos, entre desheredados y bienaventurados, entre condenados tratando de ocupar un lugar en las alturas celestiales. El epílogo de la obra es "La muerte". Baudelaire siempre tuvo ante ese desenlace inevitable su leit-motiv principal.
“Hasta tal punto el fuego nuestros cerebros quema, que queremos rodar al fondo del abismo, ¿qué importa Infierno o Cielo? ¡al fondo de lo Desconocido para encontrar lo nuevo!"
Con los últimos versos de "El viaje" finalizan "Las flores del mal" conjunto de contradicciones sobre la belleza y miseria, sobre el odio y el amor, sobre el bien y el mal.
Charles Baudelaire permitió un cambio en la contemplación artística que revolucionó el paradigma de belleza moderno. Este poeta francés que perteneció al siglo XIX supo comprender que el objeto estético que buscaba estaba más allá de lo real y clásico, hacía parte de lo desigual, lo oscuro, lo perverso en el ser humano con lo que sentó las bases de una estética de lo artificial, lo nocturno y lo negativo reflejada en sus FLORES DEL MAL, libro vanguardia del simbolismo. Su canto desafinado y sugerente es de las más profundas críticas en prosa poética a la hipocresía política, a la moral y al mismo Ser frente a la sociedad de consumo. Para Baudelaire, algunos filósofos y poetas considerados por algunos como malditos, el mundo físico no es más que un símbolo del mundo espiritual. Así que todo es símbolo y por ende tiene su correspondencia en el mundo real de la palabra en la analogía. La poesía de Baudelaire es muy trabajada, la creación poética sólo llegaba por medio de la contemplación ardua y una labor escritural que requería esfuerzo y dedicación. Asimismo se apoyaban en los efectos producidos por el consumo de sustancias que alteraban la percepción del cuerpo y de la mente pero no era la razón primordial de su lírica.

La tesis que defendían consiste en creer que el mundo circundante es sólo un reflejo de un ámbito de revelaciones absolutas que permanecen ocultas. Sin embargo este mundo oculto permite ser evocado a través del símbolo o la sinestesia: la combinación de elementos sensoriales.
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Es la provocadora y nueva integración de lo feo al arte. Queda clara la dualidad en el pensamiento de Baudelaire que refleja la teoría de las correspondencias de modo que si se habla de un Dios que vive en la bóveda terrestre se debe hablar de Satán quien habita el inframundo. De ahí que no crea en un culto maldito a Satán sino en una alusión a él como representación del mal que al igual que el bien hacen parte de un todo y ocupan un lugar en el imaginario del inconsciente colectivo que pueden sentirse a través de la poesía y la

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